domingo, 17 de noviembre de 2013

¡Por la utilidad de las "antiguallas inútiles"!


Sobre la solución del conflicto de la limpieza y jardinería de Madrid.



Parece que las huelgas sí sirven para algo.

Parece que esos "sindicatos que están del lado del enemigo" pueden negociar mejores condiciones incluso en los desastres.

¿Será que al final la cuestión es sólo la cantidad -y la calidad de resistencia- de l@s trabajador@s que están detrás?

 

Por otro lado ¿en manos de quiénes estamos dejando nuestra salud?


Al parecer -una ya no sabe si fiarse de ninguna noticia, duda nada existencial sobre los medios y las fuentes- hay un acuerdo para los próximos cuatro años entre l@s trabajador@s de la limpieza y la jardinería de Madrid y las empresas concesionarias del servicio.

En resumen, la reducción del 20% en las plantillas se hace mediante un ERTE de 45 días al año hasta 2017 para tod@s l@s trabajador@s y bajas incentivadas, sin despidos, y con la prohibición de modificarlo o hacer más EREs durante la vigencia de éste. El 16% de baja en el contrato con el ayuntamiento lo pagan ell@s pero entre tod@s, y quedándose en casa, sin bajada del salario/hora -no es una buena solución, se utilizan días del desempleo, pero repartir el trabajo es mucho mejor que un 20% de plantilla en la calle-.

Lo que ha desaparecido es la bajada de sueldo de hasta el 40% que las empresas aprovechaban para meter como quién pasa por ahí. Supongo que no era necesaria, pero producía evidentemente un enorme aumento en sus ganancias, y para eso están. Y como estamos en un momento en el que parece que cuela todo, lo intentaron. No se lo critico. Siempre digo que que forzar los límites es de algun modo la obligación de quién está del otro lado de la cuerda, para ver hasta donde se aguanta, hasta donde aguantamos. Lo que ha ocurrido es que esta vez quiénes estaban enfrente han respondido con la única fuerza que tenemos quiénes estamos del otro lado, la de ser más y ser necesari@s, la de poder estar unid@s y ser, entonces, un poco más fuertes, con el uso de ese instrumento que quieren "domesticar", la huelga.

Veremos esta tarde si l@s trabajador@s consideran suficiente el acuerdo. Lo que ya hemos visto es cómo están dispuestas a trabajar las empresas concesionarias, que también están haciéndose con el control y la gestión de hospitales, y el ayuntamiento. De eso deberíamos aprender, y mucho. Claro que se me ocurre pensar que nadie razonable le asignaría la gestión de nada importante -y mucho menos de cosas básicas como sanidad o limpieza, nuestra salud- a la pandilla que disfrutó y no previó nada en la burbuja inmobiliaria. ¿Será que hay gente que es de verdad fiel a sus amistades -¿a sus comisiones?- siempre?

Voy a echar de menos -lo sé, ya hemos quedado hace rato en que soy una mujer de poca fe- un cambio sustancial en los comentarios sobre los sindicatos de clase a partir de esta experiencia. Erráticos, desnortados, equivocados, excesivamente pactistas, invadidos por Fidalgos, todo lo que se quiera, pero profundamente necesarios -en caso de duda es suficiente mirar quiénes quieren cargárselos para que se disuelvan todas-. Debemos exigir y propiciar un cambio en su interior, eso no lo discuto. Pero de una en una no somos nada, solos pueden aplastarnos. Y conseguir soluciones mucho menos malas en los peores momentos es un signo de que sirven, de que son capaces de funcionar.